Anoche en el palenque de la Feria del Caballo Texcoco 2025 ocurrió algo insólito, casi tan raro como ver un político pobre: un cantante de corridos que no quiso cantar corridos. Luis R. Conriquez, valiente o temerario (eso depende de qué tanto le gusten los madrazos), subió al escenario para anunciar algo que dejó helada a la multitud: “No voy a cantar narcocorridos.”
¡Pum! Se rompió el hechizo. El público, que venía bien entonado, empezó a exigir con vehemencia su dosis de “polvo narrativo”.
—“¡Corridos, corridos!”— gritaban entre tragos y mentadas, como si se tratara de una misa donde el padrecito se negara a dar la hostia porque ya no cree en Dios.
Y claro, lo que empezó como decepción, terminó como campo de batalla. Botellazos, gritos, destrucción de instrumentos… y la dignidad artística hecha trizas. Luis tuvo que salir como rockstar en festival ochentero… pero sin aplausos, ni encore.
¿Pero qué pasó? ¿En qué momento pedir canciones que no glorifiquen al sicario en troca blindada se volvió pecado?
Las autoridades (que, hay que decirlo, se echan sus buenas siestas cuando toca regular otras cosas más serias) ordenaron no promover narcocorridos. Una medida para no normalizar la violencia, dicen. ¡Bravo! Aunque, si de normalizar la violencia hablamos, ¿por qué no empiezan con las mañaneras?
Pero claro, el público no fue informado a tiempo. Compraron su boleto pensando que iban a oír letras llenas de R-15, levantones y jefes que “nunca se rajan”… y terminaron con canciones que hablaban de amor.¿Amor? Por favor. La gente va al palenque a escuchar balas, no baladas.
Ahora bien, esto nos deja con una gran pregunta filosófica: ¿Tiene derecho el público a consumir música que glorifica al crimen? ¿O el Estado debe ponerle un alto a ese entretenimiento que, en el fondo, es pura apología de la violencia con acordeón?
Mira, en una sociedad donde se batea más por “El Chapo” que por un Nobel de Literatura, exigirle conciencia al playlist es casi revolucionario. Pero es necesario. Porque si ya nos parece más escandaloso que no se canten narco-canciones que el hecho de vivir entre tiroteos diarios, tal vez el problema no es la música. Es el país que la baila.
Así que, querido fan de los corridos, si vas a lanzar una botella porque no te cantaron sobre el “Señor de los Cielos”, mejor lánzala al Congreso. Ahí sí hacen falta coros que exijan justicia. Y si quieren cantar, que sea otra cosa. Porque glorificar al narco no es cultura, es complicidad con metralla. Y eso, mi gente, ni con banda suena bonito.