NACIONAL.- En el informe final de labores de la Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), el ministro presidente Javier Laynez Potisek dejó en claro un hecho incómodo: la ministra Lenia Batres Guadarrama es la integrante con más asuntos pendientes de resolver en el máximo tribunal.
Durante ocho meses de gestión, la Sala recibió 767 asuntos, de los cuales se resolvieron 720. Sin embargo, 36 de los 47 expedientes que quedarán atorados corresponden directamente a la ponencia de Batres, una cifra que revela no solo ineficiencia, sino también falta de compromiso con la responsabilidad que exige el cargo.
No se trata de un detalle menor. Estos rezagos tienen consecuencias reales en la impartición de justicia, afectando a ciudadanos y empresas que esperan resoluciones del máximo tribunal. Mientras otros ministros dejaron pendientes entre 2 y 5 asuntos, Batres acumuló más de tres decenas.
El señalamiento de Laynez Potisek exhibe lo que muchos críticos ya advertían: la ministra, más identificada con posiciones políticas y lealtades ideológicas que con el rigor judicial, ha mostrado reiteradamente actitudes de evasión y obstrucción.
Ejemplos sobran. Hubo sesiones levantadas por su ausencia, incluso en votaciones cruciales, como la que la inhabilitaba para conocer un caso relacionado con el empresario Ricardo Salinas Pliego. En otra ocasión, simplemente no se presentó para evitar votar en asuntos fiscales con los que no coincidía. Ausentismo selectivo y conveniencia política, disfrazados de objeción de conciencia.
Mientras la SCJN enfrenta cuestionamientos públicos sobre su autonomía y desempeño, el papel de Batres confirma temores: una ministra más interesada en la confrontación ideológica que en cumplir cabalmente con la impartición de justicia.
Su desempeño no solo debilita a la Segunda Sala, hoy extinta, sino que proyecta una imagen preocupante hacia la ciudadanía: una Corte politizada, dividida y con integrantes incapaces de honrar la toga que visten.
En palabras simples, Lenia Batres pasará a la historia como la ministra con más rezagos y ausencias en la Segunda Sala de la Suprema Corte, dejando tras de sí un lastre que otros tendrán que resolver.