ESPECTÁCULOS.- México llora la partida de Francisca Viveros Barradas, la inigualable Paquita la del Barrio, quien falleció a los 77 años en su hogar en Alto Lucero, Veracruz. Su voz rasposa, su mirada desafiante y su lucha incansable por las mujeres quedarán grabadas en la historia de la música mexicana.
Paquita no solo fue una intérprete; fue un símbolo. Sus canciones fueron refugio y desahogo para miles de mujeres que encontraron en su música la fuerza para enfrentarse al desamor y la traición. Su legendario “¿Me estás oyendo, inútil?” se convirtió en un grito de batalla que resonó en bares, cantinas y corazones heridos.
Pero detrás de la diva de lentejuelas y vestidos pomposos, estaba una mujer que conoció el dolor de cerca. Llegó a la Ciudad de México con sus hijos, huyendo de la violencia de un marido que le doblaba la edad. En las calles de Tepito y la Guerrero encontró su voz, primero entre comales y pozole en su comedor “Casa Paquita”, y después sobre los escenarios.
El éxito le llegó con “Rata de dos patas”, un himno que trascendió fronteras y generaciones. Le siguieron himnos como “Cheque en blanco”, “Tres veces te engañé” y “Me saludas a la tuya”, canciones que la convirtieron en la guerrillera del bolero, la reina del despecho. Con 33 discos y más de 20 millones de copias vendidas, compartió escenario con íconos como Vicente Fernández, Juan Gabriel y Jenni Rivera.
Pese a su fama, nunca dejó de ser del pueblo. “Mi lugar está con la gente humilde”, decía. Y así se mantuvo hasta el final, cantando desde el alma, sentada por la enfermedad, pero de pie en espíritu. En su última gran presentación en Texcoco, se despidió con lágrimas en los ojos: “Me quedo con sus aplausos, esos se van conmigo hasta la tumba”.
Hoy, México le dice adiós con mariachis y corazones rotos. Se va una mujer fuerte, luchona, que convirtió el dolor en arte y la rabia en música. Su legado, como ella misma dijo, vivirá por siempre.