ESTADOS.- El presidente municipal de Uruapan, Michoacán, Carlos Manzo, respondió con firmeza a las declaraciones de la presidenta Claudia Sheinbaum, quien criticó su propuesta de facultar a los policías municipales para abatir a delincuentes en situaciones de alto riesgo.
Durante un acto público, Manzo se dijo dispuesto a renunciar a su cargo si la mandataria logra frenar la violencia sin uso de la fuerza:
“Si ella cree que va a detener a los delincuentes sin un disparo, y se van a entregar, pues que ya lo haga. Si ella lo logra lo más pronto posible, yo presento mi renuncia. Porque con eso yo me daría satisfecho de haber aportado”, expresó el edil.
La declaración surge luego de que Sheinbaum, en su conferencia matutina del viernes, reprendiera públicamente los dichos del alcalde.
“Está mal, hay un estado de derecho. Para una persona que comete un delito hay un sistema penal acusatorio (…) lo que debe existir son carpetas de investigación o detenciones en flagrancia acompañadas de pruebas”, señaló la presidenta, rechazando cualquier idea que remita a una estrategia de “guerra contra el narco”, como la implementada durante el sexenio de Felipe Calderón.
Pese al tono desafiante de su postura, Manzo aclaró que no busca confrontarse con el gobierno federal:
“Nosotros no tenemos intención de pelearnos con la presidenta de la República, la respetamos, la apreciamos. Es una mujer preparada. Sin embargo, quizá yo esté equivocado en mi visión, pero si ella considera que la estrategia que tiene es la correcta, pues que a la brevedad se actúe en Uruapan”, subrayó.
El municipio de Uruapan enfrenta una ola de violencia creciente, atribuida a la presencia de grupos criminales que operan con impunidad. El alcalde ha solicitado en varias ocasiones una intervención urgente del gobierno federal, ante la insuficiencia de recursos y personal en las corporaciones locales.
La polémica pone en evidencia las tensiones entre los gobiernos locales y el federal respecto al uso de la fuerza pública y la estrategia de seguridad nacional, que sigue priorizando el enfoque de “abrazos, no balazos” promovido en el sexenio anterior.