INTERNACIONAL.- En un episodio que ha encendido tensiones diplomáticas y políticas entre México y Estados Unidos, Kristi Noem, actual Secretaria de Seguridad Interior en el gobierno de Donald Trump, lanzó duras críticas contra la presidenta mexicana Claudia Sheinbaum por supuestamente alentar manifestaciones migrantes en la ciudad de Los Ángeles, California.
Durante una rueda de prensa celebrada en la Oficina Oval y encabezada por el propio mandatario estadounidense, Noem condenó explícitamente a Sheinbaum por incitar, según ella, a que miembros de la comunidad migrante se manifestaran, en medio de una ola de protestas que durante el fin de semana y la noche del lunes terminaron en enfrentamientos violentos con la Guardia Nacional y fuerzas federales de migración.
“Claudia Sheinbaum alentó a que se lleven a cabo más protestas en Los Ángeles y la condeno por eso”, afirmó Noem. “Ella no debería estar encauzando las protestas violentas que se están llevando a cabo… la violencia que hemos visto no es aceptable y no va a pasar en Estados Unidos”.
Kristi Noem, Secretaria de Seguridad Interior, arremete frente a Donald Trump contra Claudia Sheinbaum por incitar protestas de migrantes en Estados Unidos. pic.twitter.com/2VrVvkKcna
— Jorge Guzmán Mtz (@JorgeGuzmanMtz) June 10, 2025
Las declaraciones se producen tras disturbios registrados en Los Ángeles, donde manifestantes denunciaban la política antimigratoria de Trump y fueron repelidos con fuerza militarizada. En respuesta, el presidente republicano consideró invocar la Ley de Insurrección de 1807, un recurso extremo que permitiría desplegar al ejército para disolver protestas civiles.
“Si hay una insurrección, ciertamente la invocaré… hubo ciertas cosas que anoche ocurrieron en Los Ángeles que pueden ser llamadas insurrección”, declaró Trump ante los medios.
Un acto irresponsable en un momento de tensión.
Más allá del escándalo internacional, la postura de Sheinbaum evidencia una falta de visión diplomática y política en su naciente gobierno. Al alentar públicamente manifestaciones —aunque sea con un mensaje de protesta pacífica— en un territorio extranjero y bajo un contexto de elevada tensión, la presidenta mexicana se arriesga no solo a enturbiar la relación bilateral con Estados Unidos, sino a exponer aún más a los migrantes mexicanos en un entorno ya hostil.
Este tipo de declaraciones y gestos, aunque puedan resonar bien en el discurso político interno de México, terminan siriendo de combustible para las posturas antiinmigrantes de líderes como Trump, que no dudan en capitalizar cada incidente para justificar medidas represivas, como el reciente despliegue de 2,100 elementos de la Guardia Nacional y la petición de 700 marines adicionales.
La militarización de la protesta y la falta de liderazgo regional.
La administración de Sheinbaum se estrena con una retórica que aspira a la defensa de los derechos humanos, pero que choca con la realidad de una política exterior improvisada, sin diálogo directo con las autoridades estadounidenses ni una estrategia clara de protección consular.
Mientras Trump militariza las calles de Los Ángeles y califica de “incompetente” al gobernador californiano Gavin Newsom, la mandataria mexicana opta por hacer declaraciones que, lejos de ayudar a los connacionales, pueden justificar una represión aún mayor. Noem, por su parte, celebró la acción militar del presidente republicano y lo alentó a “usar toda herramienta constitucional” disponible para frenar las protestas.
“Estoy increíblemente orgullosa del presidente por activar a la Guardia Nacional y por enviar a estos marines”, afirmó la funcionaria.
¿Una presidenta en campaña permanente?
La intervención de Sheinbaum, aunque disfrazada de solidaridad, parece más una jugada simbólica para fortalecer su imagen ante una base progresista nacional que una acción diplomática pensada en los efectos reales. En un contexto en que la política de Estados Unidos vira de nuevo hacia el autoritarismo, México necesita un liderazgo prudente, firme, pero también inteligente y estratégico, algo que hasta ahora la presidenta no ha demostrado.
Mientras tanto, los migrantes mexicanos quedan atrapados entre dos fuegos: un Estados Unidos endurecido por el regreso de Trump y una presidencia mexicana que parece más interesada en los reflectores que en la protección efectiva de sus ciudadanos en el exterior.